jueves, 25 de septiembre de 2014

La función del circo

Hoy he ido por primera vez a ver la función del circo Cuenta Juegos. Es increíble ver cómo tus alumnas (de 12 y 8 años) hacen unas cosas tan espectaculares; las ves en clase, tan normales, como cualquier otra niña de su edad y, por la tarde, están haciendo equilibrios en el aire. Haberlas visto actuar me ha hecho comprender muchas cosas. Primero, que son tan maravillosas, como yo había pensado; son maravillosas en todos los aspectos imaginables, y si son capaces de entrenar tanto y tan bien para llegar hasta donde han llegado, ¿qué no serán capaces de hacer en cualquier otra faceta de su vida? Sólo hay que enseñarlas a que sean constantes y trabajen siempre con tanta fuerza de voluntad.

Ver la función me ha enseñado también la cantidad de trabajo que se esconde detrás del telón y lo polifacéticos que son todos en este circo: lo mismo cortan entradas como actúan, venden palomitas como cantan,... La gente del circo es gente trabajadora, que merece el respeto de las personas que vienen a verlos y a disfrutar del espectáculo.

En cuanto a la función, es bastante mejor de lo que había imaginado. Hay como dos partes, que se van intercalando todo el rato. Por un lado está la parte para niños pequeños, con canciones de toda la vida, bailes... y ¡hasta dejan a los niños subir al escenario a bailar! Y, por otra, están los espectáculos circenses propiamente dichos: los equilibrios en el aro, las cintas o las telas; algún que otro truco de magia, payasos... No se echan de menos los animales. El espectáculo lo recomiendo para niños y niñas de hasta unos 9-10 años, y si no son muy vergonzosos, lo pasarán mejor participando en todos los juegos y bailes.

Me ha gustado bastante más de lo que había esperado, sobre todo las partes más de "circo" que las de canciones y bailes.

martes, 23 de septiembre de 2014

Tercera parada: El Ejido

Ayer lunes 22 de septiembre tocó volver a "hacer las maletas" para mudarnos, esta vez, a El Ejido, en Almería. El viaje no fue tan largo como el de la última vez y antes de las 8 de la tarde ya estábamos en nuestro destino. Se me ocurrió ir a dar una vuelta por el pueblo a ver si encontraba El Corte Inglés, pero en lugar de eso encontré la biblioteca, un restautante chino (donde he comido hoy) y unas cuantas tiendas de chorradas (pero en ninguna vendían cables, así que sigo sin tele). Cuando volví, sobre las 9, aún no habían puesto la luz. Así que me vi haciendo la cena a la luz de una linterna y cenando a la luz de mi N3DS, mientras resolvía puzles del Profesor Layton. Tampoco podía ducharme porque no podía encender el calentador, ni hacer los deberes de inglés porque necesitaba el ordenador y no quería arriesgarme a quedarme sin batería para el día siguiente, que tenía la clase de inglés on-line. Menos mal que la Nintendo aguantó hasta que volvió la luz. 

Y esta mañana, más de lo mismo. Primero he tenido que encontrar el cole, que como llegó en el último viaje, ya de madrugada, no sabía dónde lo habían puesto. Y, después de encontrarlo, otra vez sin luz. Cuando ya teníamos luz, nos faltaba el agua, así que los niños han tenido que desayunar hoy sin lavarse las manos (y no querían porque ya se han acostumbrado al lavado de manos antes de desayunar). El recreo, hemos tenido la suerte de hacerlo en un parque que tenemos justo en frente del circo, donde hay columpios y pistas para jugar. La pena es que aquí sólo vamos a estar una semana, y nunca se sabe lo que vendrá después.